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Mi Nombre es Nadie
Hip hop para unos, pero, para todos?
Por Jorge Enrique Abello
No quiero parecer un proxeneta del Bronx con mi inicial del tamaño de un zapato de bebé colgando del cuello, bordeada de diamantes y oro de 24k. No quiero ponerme gorros de croché, o dejarme crecer la uña del meñique para raspar el mango nacarado de un inútil bastón de mando con borla de cristal. No voy a usar abrigos de cuero con cuello de peluche o pieles de oso polar y gafas negras con marco en forma de corazón o esterilla... nooooooooo, ni un solo anillo de diamante rosado para encontrar reconocimiento y poder ser parte de la nueva ola del "hip hop" que hoy, y en contra de la diversidad y la biodiversidad ahoga cualquier otra manifestación cultural y musical en el mundo.
Bautízate con nombre de caricatura como: "Snoop Doggy Dog" o como alias de guía surcoreano: " 50 Cent", filma un vídeo con Cadillacs rosados, rodeado por varias nenas de barriada, color canela y cuerpo peligroso, que sepan menearlo en el diámetro de una baldosa de baño turco, mientras sus caras de piedra no expresan nada y sus ojos se cierran en cámara lenta bajo el velo metálico de sus pestañas postizas. Rompe el grifo de la esquina en una soleada tarde de verano, para que la fuerza del chorro haga un puente de agua que cruce la calle y así niños negros jueguen a "la felicidad" y los pandilleros remojen sus cacharros viejos en el agua.
Rompe la cotidianidad de esta escena con un grupo de bailarines " break" con mini trenzas en el pelo y boinas blancas, y en un ataque de creatividad deja que un niño de ocho años se desparrame por el piso dando vueltas sobre la espalda como una licuadora, mientras toda la fauna ya nombrada aplaude como si fuera la primera vez.
La canción del vídeo que hagas, por favor que hable de cosas lindas como dinero, automóviles, drogas o simplemente que cuente la historia de tu vida en el barrio bajo. Cántala acompañado de un gordo de 120 kilos, pelado y vestido como Mr. T y en los momentos álgidos de la interpretación déjale que hable a lo desiderata, pero que sin que se le entienda nada, tan sólo uno que otro "" o "mamma".
Si cantas apretando los cachetes hacia adentro, aleteando con las fosas nasales y con voz de niña, habrás logrado el tono deseado y por lo tanto el éxito, la fórmula que hoy todos usan para ganar millones o por lo menos para ser aceptados como nuevos y creativos artistas. Porque una cosa es P. Diddy o Tupac, que vivieron en los barrios pobres.
Pero ahora desde Madonna, La Reina, hasta J. Lo, la plebeya, todas quieren hacer parte de las pollitas de los "nuevos chulos". Niñas del club de Mickey como Christina Aguilera las copian. Todos quieren contar su historia al son de la calle, con las palabras de la calle, con el ritmo de la calle, pero hasta donde yo recuerdo la esencia de la calle es la pluralidad, la multi etnia, la expresión, la desclasificación, el rico y el pobre, el individuo y la masa a la vez, la telaraña de muchos hombres y mujeres, la soledad, el amor, la muerte y la maldad, la familia, las lenguas muertas, las viejas, las vivas, la posibilidad de ser otro o el mismo, de no ser nadie, de la poesía y la prensa... uno escoge... escoge, de eso precisamente se trata, de escoger y no de lo contrario: la lapidación de la voluntad, de la expresión y el arte.
"No te dejes engañar, busca el mundo y su razón..." cantaba Blades. No a la globalización, sí a la invención...
©2 0 0 3 Revista Rolling Stone Colombia Diciembre 2 0 0 3
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